Por eso, en Cuento a la Vista os damos unos
puntos a evitar en la promoción de la lectura. Acciones que, no solo no
ayudarán a que nuestros hijos se conviertan en lectores, sino que entorpecerán
el proceso, llevándolo quizá a un punto de no retorno.
- LIBRO VERSUS TELE
No debemos convertir a la
televisión en el enemigo acérrimo de la lectura. Uno y otro se complementan
y el niño debe tener tiempo para hacer ambas actividades si así lo desea. Es
importante controlar lo que ven en la tele y el tiempo que dedican a ello, pero
sin olvidar que la televisión también ayuda a enriquecer a nuestros pequeños.
Además, si nuestros hijos perciben que les estamos negando una distracción, la
televisión, para imponer otra, los libros, esta última no será vista como tal,
sino como una especie de castigo que no ayudará en nada a fomentar el amor por
los libros.
- CENSURAR GÉNEROS
No siempre nuestros gustos
coincidirán con los de nuestros hijos. Pero eso no significa que debamos
juzgarlos. Un caso común es el de los cómics. Muchos padres consideran que
estas lecturas no aportan nada y que el tiempo que sus hijos dedican a los
cómics no lo están dedicando a leer “literatura de verdad”. Este planteamiento
es un grave error, no solo porque los tebeos son la mejor puerta de entrada al
mundo de la literatura, sino porque al impedir al niño hacer algo con lo que
disfruta, dejará de identificar lectura con entretenimiento y se alejara de los
libros.
- HAZ LO QUE YO DIGO PERO NO LO QUE YO HAGO
Ya lo decía el eslogan del
ministerio: si tú lees, ellos leerán. Los padres somos el modelo a seguir por
nuestros hijos y por eso debemos dar ejemplo. No podemos insistir a los
pequeños con respecto a los libros y luego negarnos a leerles un cuento antes de
dormir. Hay que buscar tiempo para compartir la lectura con nuestros hijos y
para convertir esto en un momento de intimidad que nos acerque a
ellos.
- IMPONER LIBROS
Si a nuestro hijo no le gustan
ciertos libros, no les obliguemos a que los lean. Hay tantos títulos que es
absurdo empeñarnos en que haga lecturas que no le satisfagan. Ya volverán a
ellas más adelante si así lo creen. Cada lectura tiene su momento y un libro,
leído en una época inadecuada puede conseguir alejar de la lectura a los
pequeños. Ten en cuenta que la biblioteca de nuestros hijos debemos crearla con
ellos, porque no servirá de nada ofrecerle solo libros que no despierten su
interés. Hay que conocer a nuestro hijo, sus gustos y aceptar y apoyar sus
lecturas favoritas.
- EL LIBRO COMO AMENAZA
Las lecturas obligatorias
dejémoslas para la escuela. En casa el libro tiene que ser un objeto que
atraiga, que apetezca y divierta. No hay nada peor que obligar a un niño a
que lea, sin interrupción, de una hora a otra. Sugerir, convencer, animar pero
nunca obligar, ni mucho menos amenazar con un castigo en caso de que no se lea.
Si lo hacemos habremos creado inmediatamente un no lector.
La lectura fluida incluye la comprensión del significado de un texto más allá de la simple decodificación y reconocimiento de palabras; para esto se requiere práctica con diversos textos.
ResponderEliminarAprender a leer bien exige dedicar suficiente tiempo a la lectura, por esto, la valoración que los estudiantes hagan de la lectura y sus preferencias por determinados materiales pueden influir en el tiempo que ellos dedican a leer tanto dentro como fuera de la escuela. La motivación para aprender a leer implica estar interesado en lo que se lee. El interés personal en un tópico motiva al aprendiz y le facilita ir más allá de un nivel superficial. De ahí la importancia de una pertinente selección de textos para los niños, tanto en el contexto escolar como en el hogar.
Ya que la motivación para aprender a leer implica sentimientos relacionados con el éxito que se puede tener en esta actividad, es importante que los estudiantes tengan un auto-concepto positivo acerca de su competencia lectora para que continúen esforzándose y alcancen niveles superiores de competencia lectora. Se ha encontrado que los lectores exitosos disfrutan las lecturas que los retan. También se ha encontrado que los niños que se consideran a sí mismos buenos lectores usualmente son mejores lectores que aquellos que piensan que leen bien.
Docentes y padres pueden contribuir a reforzar un auto-concepto positivo en los estudiantes sobre su capacidad para leer.